6 de febrero de 2015

El Soñar de los Caminantes (I)





Anoche en mi rutina de ver una de mis series favoritas de la televisión contemporánea se me abrió nuevamente esa puerta a la que tanto miedo y a su vez gusto le tengo, a propósito, no sé si la palabra idónea sea puerta o ventana, porque en estos aspectos casi siempre mundanos para la cotidianidad la infraestructura de la casa es lo de menos a atender, porque de hecho allí, es dónde residen los cimientos de la locura; en este esperanzado tramo de letras y excusas es que retomo el giro inicial de esta espiral, y es que allí, en la televisora vi de nuevo el tema de la mente como algo desastroso, como la cueva llena de hedor a dónde tanto temo llegar.

Comencemos desde el principio si es que logro ser sensato con lo que podemos denominar el inicio de las cosas. La mente humana es un maravilloso pozo sin fondo en el que fluyen las mejores ideas y sentimientos, de igual naturaleza se ven nacer las más oscuras y sediciosas intenciones que un ser de carne pueda ostentar en su interior.
Allí en ese pozo, se revuelven como mezcla de pintura diversas emociones, algunas que caen del techo como gota de agua sobre el pavimento, otras van naciendo como enredadera en columna de madera, surgiendo, fluyendo, atrayendo a sí las mejores oportunidades para dejarse encontrar.  Es pues la mente humana un universo tan desconocido pero tan investigado, que es aquí dónde me detengo en rol de espectador a asumir los miedos que de ella puedan evocarse.

Conozco amigos y fulanos estudiosos de la Psicología humana, también hay uno que otro “Sicólogo”, conozco en igual medida a los grandes pensadores del deber ser y de la ironía de las normas, a esos Filósofos y pensadores de la Cultura y la moral: Esa mezcla de Antropología y Filosofía, hermoso balneario de conocimientos.
Sin embargo lo que nos convoca producto de la banalidad no es el entender el origen de los pensamientos o la vocación de los sentimientos, mucho menos es de mi interés profundizar en el qué hacer de las ideas, de esa “psiquis” que se va desbaratando en la representación social, por el contrario, soy curioso con lo que calla el oscuro vacío de la mirada, lo que no se resume en palabras o fonemas: Esa alma que se sacude contra las paredes de la inconsciencia.

Grandes tiempos que me ha dado la vida para reflexionar y entender en ella las diversas etapas de la vida, sumergir mis curiosas preguntas en libros de ciencia y tecnología, hallar en el morbo del cine y la prensa nacional casos de frustraciones familiares, de desgracias tempranas que acaban con unidades enteras de familias y amigos; ser dictador de cada momento en el espacio / tiempo de la mente y la salud física, trascender de la ideología y darle la mano a la medicina, a la salud de los tiempos modernos. Ya no podemos abiertamente decir que X o Y personaje ha enloquecido de vejez, le ha dado la edad Senil de la vida, no, me niego a seguir cayendo en esas vulgares apreciaciones cuando miles de científicos y médicos día a día descubren y dan nombre a cada trauma, a cada frustración o dolor.

También tenemos otro debate aparte de lo ideológico, muy ajeno a decir verdad, tan cerrado como las convicciones y las lamentaciones: Hallamos en el camino pues muchas creencias tanto populares como radicales que nos van allanando el camino a la Fe, ciega o no, suficiente para dejarnos vivir en paz, para disfrazarnos el dolor o las mentiras en colores necesarios porque tanto la tristeza como el miedo, la melancolía como el espanto pueden ser producto de fenómenos naturales de un momento quizás, pero la locura, la depresión, el miedo absoluto son en oraciones frescas, también síntomas de algo que pueda ser de preocupación, pueden ser el principio del fin.

No le temo a los humanos sino, a lo que ocurre en sus mentes, lo que viaja en sus pasillos de ideas y sueños, deseos y frustraciones, de dolores y sensaciones, de pendientes y ocurrentes planes, como si en ese entramado de neuronas se guardara la llave de más de una caja de pandora; Ser Argonautas o Morganos, ser justicieros o fugitivos.

De una parte nos cruzamos con las enfermedades de la mente, esas traicioneras luces que con el paso de los años nos van destruyendo lentamente hasta robarnos el habla o la misma capacidad  de amar, de otra parte observamos en la llanura  esas enfermedades de la genética que se van apoderando en silencio de las grandes mentes, que nos van apartando presa por presa de un dialecto que ya no será entendible. Ambas situaciones repercuten de forma y fondo en los que rodeamos a cada quien que padece tal celeridad de la vida, como si el camino al más allá se afanara o mejor, se detuviera en una pausa intelectual que reclama miles de suspiros.

Observar a los seres queridos y sentir el frío en la espalda cuando un Alzheimer (EA) o síndrome de Asperger  comienza a hacer de las suyas desde la pequeña infancia o la ya tardía infancia de los años vividos, vislumbrar en un  Parkinson la poesía perfecta para acallar una néurosis que a la larga no sea una banal neurosis sino, una depresión irreversible, cualesquiera sea su causa o síntoma, cualesquiera sea el orden o justicia con que se permitan aparecer, cualesquiera sea el temor que se convierte en Fobia, cualesquiera sea la noticia del cotidiano pasajero.

Más allá de un temor a la muerte, es un encuentro con la vida en plena muerte, es un retablo de sensaciones que se va armando a sí mismo hasta coleccionar en su interior las peores noticias que un transeúnte pueda hallar en su mera casualidad, porque es la vejez la que advierte todos los periodos de gracia y desgracia, pero la mente es la que firma pone sello de autor en cada una de sus causas escondidas, tan así que hasta la ciencia se sorprende de sí misma.

Un tema extenso que por llover puede durar las entradas suficientes para este Blog, pero es un tema tan energúmeno que sus propias páginas a la hora de la verdad solo nos prepararan para otro tema central de conversación, de allí el nombre de este primer post.

Sigue…

AV


No hay comentarios.: