16 de julio de 2017

Bienvenida (Mejor)





"Waiting for the Milkman" By: Michael David Sorensen


Paró el taxi en frente del jardín, unas cortinas de velo adornaban el marco de cada ventana, junto a ellas un banco de madera y unas escalinatas con hojas seca recibían a  Mario quien llegaba con su guitarra al hombro, como una carga de viejas historias.

Lucía observaba desde la ventana, sin inmutar palabra alguna lo seguía con la mirada, como si sintiese en su retina el peso de cada pisada sobre las escalinatas, lo observaba y juzgaba, le generaba malestar su presencia. 

Al sonar el timbre de la puerta, en vez de abrirla se retiró dejando un gemido de desaprobación en el aire, de un grito llamó a su hermana para que bajar y atendiera a la visita que llegaba.

Salió corriendo como una colegiala en la hora del descanso hasta llegar a la puerta de la casa, se miró contra el reflejo de la ventana y no halló ningún imperfecto en su vestir, se llenó de valor y abrió la puerta más con deseo que con cordura, a pesar de todo, algunas cosas quedan y entre ellas, la memoria de los momentos vividos.

- Hola Mario, has llegado más que a tiempo. Pasa, hay café recién preparado, pasa por favor, para que conversemos y podamos tener espacio para almorzar –

Mirándola de pies a cabeza y sin más en qué pensar, declamó a sus adentros la perfección divina que rodeaba a la presencia de María. Sentía que la amaba y que cada uno de los momentos vividos seguían allí como recuerdos , en lo profundo del alma.

- Hola María, estás muy bella – murmuró – Espero no ser inoportuno, sé que la hora de llegada era a mediodía, pero el tren ha llegado a tal punto que creo, es mejor estar a media mañana – Sonrió temerosamente, mientras apretaba con sus dedos las amarras del forro de la guitarra.

- No te preocupes, pasa por favor, pasa –

Cerró la puerta y dejando seguir al que en el ayer fue su pareja lo observó de pies a cabeza, lo requisaba con la mirada, lo escudriñaba con el olfato. Sabía a sus adentros que llevaba quizás varias noches sin dormir bien y quién sabe, sin disciplina con la comida o el aseo personal.

- Nada puede hacernos olvidar que hemos recorrido el mismo camino, ¿no te parece? – Preguntó María mientras lanzaba un comentario sin profundidad.

- ¿Ah? ¡Si claro! – No comprendía qué pretendía decir, pero su sentido de supervivencia le llevaba a responder que si. Pensaba en el ayer, en cada una de las cosas que juntos habían vivido y hecho, del modo tan confuso pero bendito en que estaban ahora de nuevo en el mismo lugar.

- Agradezco que me hayas dejado venir – dijo Mario, abriendo con ello el tan elaborado discurso que tenía rondando en su mente desde el día anterior, desde las horas sin dormir que cargó en su silencio y, sin saberlo bien, desde las tres horas de tren en las que durmió como un cachorro, pero que recitaba palabra por palabra lo que pretendía exponer a la mujer de la que aun permanecía enamorado.

- No te preocupes, creo que sobreviviremos a un día más, espero valga la pena – respondió María Isabel.

- ¡Claro que así será! – Mario comenzaba a motivarse, de alguna manera sentía en María la total disposición por arreglar las cosas, o por lo menos, era la impresión que se llevaba en la sala de esa casa. – Como te decía, a pesar de los errores, defectos e inclusive, las virtudes – sonrió tímidamente – aun conservo en mi mente cada uno de los momentos vividos, siguen aquí guardados, en lo profundo de mi alma –

Mario se señalaba el pecho en forma de cruz, como si fuera su centro más débil o puro del cuerpo. María lo observaba, quería sonreír, pero su valor le decía que debía de ser distante y limitarse a escuchar lo que este personaje tuviese para decir.

- Me parece bien Mario, se evidenciaba en la insistencia tuya por venir a conversar, espero, no sean esas las palabras que querías decirme –

- Oh, claro que no María, como decía, quiero que resolvamos las diferencias, no se puede olvidar lo vivido, inclusive el desorden de mi casa te extraña, cada pintura, cada partitura lloran tu ausencia –
María sonrió, no lo pudo evitar.

- Sé que estuvimos suficiente tiempo separados, inclusive en más de una ocasión pasamos temporadas lejos uno del otro por asuntos de trabajo. Las giras con los chicos de la banda o tus reuniones en la agencia –

- Si Mario, no lo he olvidado, quizás porque aún seguimos separados –Dijo la palabra que no quería decir: Separados. Sin embargo, intentó omitir el descuido y siguió hablando lo más natural que se le diese – Sentimos lo mismo en cualquier momento, somos humanos Mario, eso no lo podemos dejar de lado, pero si bien nada puede hacernos olvidar lo vivido o cada una de las vivencias que tuvimos, somos ahora dos personas diferentes, con modos de vida cambiantes y metas que se alejan mutuamente –

- No María, somos como el Sol y el cielo, nos comprendemos perfectamente. Puedes pensar que somos como el Blanco y el Negro, pero no, nos complementamos, somos vibraciones de vida que se retroalimentan, no podemos negarlo –

- No creo Mario, no creo sencillamente porque no lo siento en mi corazón – Sabía que mentía, pero debía hacerlo para poder dejar atrás todo lo que se le revolvía en el pecho.

- María – replicó Mario – No te compliques por favor, siempre hay motivos; debemos de tratar de estar mejor cada vez, no de desmejorar, debemos de retroalimentarnos día a día, crecer, perfeccionar cada una de nuestras virtudes y defectos –

María lo miraba con sensatez. Sentía cada palabra que Mario dictaba y en el fondo comprendía todo lo que lo quería, daba la razón a la distancia, sabía que había sido un remedio temporal útil y esclarecedor.

- No lo sé Mario. No lo sé. Voy por el café, ya vengo – Se retiró rumbo a la cocina, miraba para el suelo y trataba de hallar argumentos que favorecieran su ruptura, quería demasiado a ese muchacho, pero se quería más a ella misma.

Lucía caminaba dentro de la cocina de lado a lado como una pantera enjaulada, al ver entrar a María quiso salir pero entendió que era mejor acompañar a su pequeña hermana, de más no estaba un consejo de mitad de tiempo.

- ¿Cómo van las cosas? – Preguntó Lucía.

***
De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Tratar de Estar Mejor (1994) [Tratar de Estar Mejor]
Compositores: Diego Antonio Caccia Torres, Gerardo Horacio (Cachorro) López Von Linden.

AV


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